La idea de que la muerte de Cristo indudablemente salvará a aquellos por quienes Cristo murió no es una idea popular en nuestros días. Se presenta a Cristo como un mendigo. El promete; El ruega; El amenaza. Pero El parece no tener poder para llevar a cabo aquello que aparentemente El anhela mucho el hacer. Uno debería estar inclinado a preguntar, “¿Quién es este Cristo que está así tan obligado a rogar por la cooperación del pecador?” ¿Es el en verdad el Hijo de Dios tan igual y tan eterno, con el Padre y el Espíritu? ¿Ha pagado El verdaderamente por el pecado en la cruz – y si así es, porque todo este ruego y súplica? Sin embargo, esta presentación es común y considerada propia a fin de salvar a los pecadores.